sábado, 16 de abril de 2016

LA OTRA CARA DE LA LUZ



Los seres humanos tenemos una sombra, reflexiona el ciudadano.
¿Por qué el afán de querer desprendernos de ella? 

C.G. Jung escribió que a lo largo de nuestra vida relegamos una parte de las propiedades al inconsciente, dejando a la vista aquella otra parte que aceptamos de nosotros mismos. 
Pero, evidentemente, nuestra sombra continua acompañándonos. 
Incluso podemos "verla" en momentos inesperados y repentinos.
Entonces la proyectamos a veces, viendo en los otros nuestra propia proyección.

¿Se imagina a las personas con "cabezas de Jano" una de cuyas caras exhibe el bello rostro pero cuya cabellera oculta la cara "fea" y nunca muestra las dos caras a la vez?.

En la caverna de Platón, los seres encadenados ven durante toda su vida las sombras que, con un fuego encendido tras ellos, se proyectan sobre la pared. Naturalmente toman estas sombras por la realidad.

Asistimos en estos tiempos de "los papeles de Panamá" a un incipiente desenmascaramiento de la realidad, a una retirada de la proyección, a la visión de la cara oculta de Jano, a la retirada de un velo que tan solo desvela la punta de un iceberg.

La realidad que surge de los Papeles de Panamá es la división de clases. La certeza de cómo los ricos viven en una esfera separada en la que se aplican reglas diferentes. En el que las leyes se inclinan a su favor para que puedan perpetrar sus delitos sin pasar sus días "a la sombra".

La línea que separa las transacciones legales de las ilegales es cada vez más difusa y el capitalismo global es, en su dimensión más fundamental, la corrupción legalizada.
La corrupción no es una desviación del sistema capitalista global sino que es parte de su funcionamiento básico.

Y duele. 
Duele ver cómo los guardianes de la virtud, los adalides de la vida pública, sean las sombras de la caverna.
Duele ver cómo los que llenan las pantallas de discursos sobre el consumo y la necesidad de contención ejecutan sus sombríos actos. Cómo los predicadores de que las crisis son oportunidades, retos para la evolución personal,son los que manejan el mundo a través de cuentas opacas.
Cómo los privilegiados profesional y culturalmente se pavonean por los medios, algunos de ellos incluso dándoselas de ideologías de izquierda.  

Tenemos a Stevenson, a H.C. Andersen, a Oscar Wilde y a tantos otros que relatan historias magistrales sobre seres que viven circunscritos a su mala sombra. 
Se queda corta la literatura como metáfora de la realidad ante tanto depredador. 
Ellos, los defraudadores, son los protagonistas, aunque quieran, como en el juego chinesco, proyectar en escena, la cara de la luz. 
  

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