martes, 15 de diciembre de 2015

VEJEZ O SENECTUD


Nunca habrá otra perfección que la de ahora. Walt Whitman




Leyendo un artículo compartido en facebook de Alberto Díaz Rueda, titulado "A pesar de los pesares"  y que hace referencia al libro recientemente publicado por Aurelio Arteta, Cuaderno de la vejez (Ariel), me han venido a la mente una serie de reflexiones sobre la tan conocida "vieja" cuestión.

Para hablar de la vejez, es de recibo remontarse a grandes filósofos de la historia, que como menciona Díaz Rueda han estudiado el tema: desde Cicerón y Séneca, seguidos por epicúreos y estoicos, hasta Montaigne, Schopenhauer, Kierkegaard, Kant o Russell, por citar algunos de ellos. 

Aunque la vejez y la muerte constituyen un hecho por el que todos vamos a pasar, es una experiencia a la que no ponemos relato, por lo que con frecuencia pertenece al universo de lo innombrable. 

Si elegimos la obra de Cicerón, De Senectute, escrita en forma de un diálogo entre Catón el Viejo, con dos jóvenes, Escipión y Leilo, se podría decir que nos encontramos ante un tratado sobre el arte de aprender a envejecer, casi un libro de los que actualmente denominamos de auto ayuda.

Afirma Catón: "pobre de la vejez que tiene que defenderse con palabras, porque ni las canas ni las arengas pueden proporcionar autoridad de repente, sino que es la vida anterior vivida honestamente, la que recoge los últimos frutos de la autoridad."

La vejez despierta miedo ya que viene asociada a la enfermedad, y a la postre, a la muerte.

En nuestra actual sociedad el mito de la eterna juventud franquea la aceptación del paso del tiempo. La juventud se muestra como paradigma de la felicidad (aunque sabemos, en mi caso por experiencia) que eso no es cierto. Se silencia el tema de la muerte y se trata de enmascarar el proceso evolutivo del ser humano.

En esta vorágine de "juvenilización" permanente ¿cabe la idea de "calidad de vejez"?


Por un lado, la sociedad actual oferta ciertas alegrías y placeres a aquellos que puedan disfrutarlos: viajes, charlas, actividades culturales, talleres e incluso estudios que se asemejan a los universitarios, como las llamadas "aulas de la experiencia", y todo ello a precios asequibles para una mayoría. 
Por otro, la ciencia se afana en mejorar las expectativas de futuro alargando la vida, pero a veces, paradójicamente, se relega a un lugar marginal a quienes lo logran.

La amenaza viene sobre todo por ese alargamiento de la vida que no es ya vida, sino un estar a la espera de concluir lo inevitable.

No sé. Hay culturas con un enfoque distinto al nuestro a la hora de encarar la vejez. Culturas que equiparan la vejez a una época de cosecha, de paz y de tranquilidad. A una etapa de conocimiento y experiencia.
La vejez es una devastación, en cambio la senectud puede ser sabia, afirma Salvador Pániker, una de las figuras más representativas del derecho a la eutanasia en nuestro país.

He sido muchas veces testigo y cómplice del ocultamiento por parte de los más jóvenes, sobre todo por parte de los hijos a sus padres o abuelos,  de conflictos y problemas, pensando en ahorrarles un malestar o disgusto.
Viéndolo con perspectiva me doy cuenta del error. Uno no se hace mayor para que le eviten  y le disfracen las dificultades, como si de un niño se tratase, sino que el hecho de hacerse mayor, debiera conllevar como resultado, el hacer de la experiencia la columna vertebral para afrontar las cosas que acontecen cada vez con mayor discernimiento. Es decir, el que no  ha aprendido con el paso del tiempo a ser más versátil y tolerante ¿de qué le ha servido el trayecto?   

Como opina Aurelio Arteta: "Más que añadir años a la vida, hay que añadir vida a los años".


jueves, 10 de diciembre de 2015

EL SENTIDO DE LA VIDA


Hace poco estuve viendo en el cine la película japonesa Una pastelería en Tokio, en la que Naomi Kawase relata una historia tan sencilla como conmovedora: Sentaro es un hombre de mediana edad que regenta una pequeña tienda de Dorayakis en Tokio, hasta que un buen día recibe la visita de una anciana, Tokue, que quiere trabajar con él...
Hasta aquí puedo decir del argumento para no actuar de spoiler.

La cinta nos desgrana un relato delicado en la forma, evocativo en el fondo y melancólico de tono y, a mi parecer, en momentos lleno de sentido.
Hay contemplación de cerezos en flor y brisa suave que agita las ramas. Meditación sobre espacios vacíos y un canto a la belleza.
Los personajes son tres personas dañadas que comparten su extrañeza. Emocionan en su fragilidad. Y reconfortan.

Hablaba hace poco con un amigo acerca del relato, creo, de Ángeles Masttreta, en el que una bailarina, acuciada por el dolor de un desamor, se suicida, y uno de sus admiradores comenta algo así como : "si ella hubiese sabido la belleza que nos trasmitía con su baile, jamas hubiese llegado a hacerlo".   

Una de las frases finales de la película de Kawase dice que puede que no le veamos sentido a nuestra propia vida pero que, sin embargo, existimos para dar sentido a la vida de otro/os. 
Y eso, ya es en sí, lo que le da sentido a la nuestra.

lunes, 7 de diciembre de 2015

ABEL AZCONA: ¿IMPOSTURA O INGENUIDAD?



Ayer visitamos en Pamplona la exposición de Abel Azcona (Pamplona 1988) titulada DESENTERRADOS, situada en la sala de exposiciones de la plaza Serapio Esparza (antigua Conde Rodezno, monumento a los caídos).
Ya el propio lugar de la exposición es una antigua iglesia ahora desconsagrada y en la plaza dónde se ubica pudimos observar algunos balcones blasonados con tapices relativos a la familia y al nacimiento del niño.

Hablo de exposición, porque la muestra, a pesar de publicitarse en los medios (sobre todo en Internet) como perfomance, en ningún momento lo es. No vimos a Abel Azcona realizando ninguna de las acciones que previamente habíamos visto en diversos vídeos en la red, es más, no vimos a Abel Azcona en ningún momento, ni enterrado ni desenterrado. Lo único que vimos fue una sucesión de fotos que recogen diferentes momentos del artista, realizando las citadas perfomances y un par de monitores pasando sucesivamente las imágenes de las susodichas acciones una y otra vez. 
Aparte de esto, se podían ver dos instalaciones, una de ellas consistente en un montículo de tierra y sacos alrededor, y la otra en un circulo de sillas vacías.

Se puede decir que la exposición me decepcionó. Antes de ir, me había documentado sobre la figura de Abel Azcona, había escuchado varias de sus entrevistas en las que desgranaba su compleja biografía, y había también visto los vídeos que allí se exhibían. 
En consecuencia la muestra no añadió nada nuevo a lo que ya por la red circula. 

Quizás la única e interesante novedad vino de la mano de las opiniones vertidas en un panel a la entrada de la muestra por parte de algunos de los asistentes. Se podían leer un buen número de frases: las más, vejatorias e insultantes, otras, conmiserativas y algunas de ánimo hacia la persona y la creación del autor. 

Pero la obra que desencadenó la indignación de la iglesia católica fue aquella en la que el autor escribe en el suelo, desnudo, el término "Pederastia" valiéndose de obleas consagradas (para señalar un acto cometido por hombres también consagrados) que previamente había ido recogiendo de diferentes eucaristías hasta obtener las suficientes para formar la palabra.

En una ciudad en la que la rúbrica del Opus Dei es tan patente, las manifestaciones, misas y rosarios para paliar los efectos de "tamaña afrenta" no se hicieron esperar y comenzaron a desfilar decenas de parroquianos convocados a la reparación de lo que consideraban "una gravísima profanación y ofensa de su fe".

Tales demostraciones, por cierto, han constituido una perfomance en sí mismas y no han hecho más que aumentar la curiosidad del público por el evento. Señalar además que el artífice de este trabajo ha recibido amenazas de muerte por parte de fanáticos religiosos.

Hay, a tenor de todo esto, varias reflexiones que me gustaría compartir. 

En primer lugar decir que siempre me sorprende la facilidad que tienen los exaltados de distintas confesiones religiosas, en este caso la católica, para sentirse ofendidos. No puedo entender que alguien que se proclame a sí mismo hombre o mujer de fe se sienta zaherido, descalificado o escandalizado por acciones u opiniones emitidas desde otras perspectivas. ¿Acaso tiene que ser la fe defendida?
A mi entender, la fe es una creencia firme, la confianza y la certeza plena en alguien o algo. Por tanto, ¿que amparo necesita? 

Por otro lado, cuando veo las fotos y vídeos de Azcona, haciendo referencia a su encierro durante días en una estancia vacía, desnudo y a merced de los requerimientos de cualquier persona, la imagen me remite a una estampa religiosa, al retablo del ángel caído sometido al deseo de la turba, a una figura doliente, expuesta a los caprichos de la masa, dócil y sin resistencia a la voluntad ajena, casi el retrato del padecimiento de un santo dispuesto a dejarse hacer y experimentar sin resistencia el arrebato humano. Una alegoría viva de la pasión de Cristo. 

Lo mismo me ocurre viendo al sujeto amarrado a una soga y deslizándose, como Dios lo trajo al mundo, por un pavimento embarrado, tirando el prójimo de él, de un lado a otro y golpeándose contra el suelo una y otra vez, como si de un sacrificado camino al Gólgota se tratase.
Me vienen al recuerdo aquellas procesiones de la Semana Santa (muy cerca de dónde vivo) en las que hombres de busto y pies desnudos se golpean el torso con maromas después de haberse abierto las carnes con cristales afilados. 

El mártir entregado a una voluntad superior.

Así es como se me representa el infortunado Abel Azcona, que víctima de su desamparada biografía, le ha sacado partido al asunto, y de quicio a los fervientes religiosos.






   

miércoles, 2 de diciembre de 2015

LA ESENCIA VELADA DE LA TIERRA


Los pensamientos de la tierra son mis pensamientos. La voz de la tierra es mi voz. Todo lo que pertenece a la tierra me pertenece, Todo lo que rodea a la tierra me rodea. Qué bellísima es, qué bellísima es.
CANTO DE LOS INDIOS NAVAJOS

El axioma hermético "como arriba es abajo" encapsula la idea antigua de que existe una correspondencia de pautas, una analogía, entre el macrocosmos y el microcosmos humano.

Se decía que el ser humano es "un mundo en pequeño" y el gran universo recibió de los gnósticos el nombre de archanthropos, de la Cábala el de Adam Kadmon y de los Upanishads el de purushottama (persona última). 

Los dos términos de la analogía son indefinidos, por lo que, en su lugar, podríamos poner cualquiera de las parejas siguientes: universo/hombre, mundo/persona, mundo interno/mundo externo.

Ahora que se esta celebrando en París, una nueva cumbre mundial para la lucha contra el cambio climático, que tiene como principal objetivo la reducción de emisiones contaminantes a la atmósfera a partir del 2020, y que todos "los poderosos" se encuentran reunidos en torno a esta necesidad, quisiera centrarme en las analogías existentes entre "el mundo" como planeta Tierra o Gaia y el ser humano individual, el organismo vivo o la especie homo sapiens.

En contraste con el pensamiento analítico de las matemáticas y la ciencia, más centrado en las diferencias y en su medición cuantitativa, las visiones del mundo de las culturas chamánicas y asiáticas y de la filosofía occidental hasta la época de Newton y Descartes mostraban un pensamiento analógico basado en similitudes cualitativas de pautas y funciones.

En el Tao Te Ching, por ejemplo, leemos que "la humanidad sigue los caminos de la tierra, la tierra sigue los caminos del cielo, el cielo sigue los caminos del Tao y el Tao sigue los caminos de la naturaleza". La persona, la tierra y el cosmos están modelados los unos con respecto a los otros, se corresponden.

Tampoco es que el pensamiento analógico esté ausente de la ciencia; al contrario, casi todo el mundo admitiría que la analogía o la metáfora desempeñan también su papel en el descubrimiento de las generalizaciones o los principios científicos, que luego se comprueban y convalidan mediante el método hipotético-deductivo.
 No se trata de leyes establecidas a partir de las cuales cabe efectuar predicciones. Antes bien se trata de predicciones intuitivas de la Gestalt, de coincidencias significativas, como denominaba Jung a las sincronías, que pueden conducir a nuevos descubrimientos y opiniones.

La hipótesis Gaia , de Lovelock, constituye la formulación, en el lenguaje de la biología moderna, de las correspondencias que existen en el planeta Tierra o Gaia y un organismo vivo que esté sobre ella. El libro de Theodore Roszak Person/Planet  (Persona/Planeta) examina las implicaciones sociales y culturales de esa analogía: "las necesidades del planeta son las necesidades de la persona".

¿Cuáles son algunas de las analogías estructurales y funcionales que existen entre la persona y el planeta Tierra?

A primera vista tanto la forma como la disparidad de tamaño entre una y otra parece dificultar la visión de sus paralelismos y similitudes. Sin embargo, es evidente que nos componemos de partículas, átomos, moléculas y células, igual que el mundo de la naturaleza viva del que formamos parte.

Nuestra conciencia cotidiana apenas reconoce esta simple verdad, aunque entre los pueblos nativos, incluidos los amerindios, es habitual reconocer en sus plegarias y ritos, la coherencia orgánica y la interrelación de la humanidad con el conjunto de la naturaleza. 
Por otro lado, nosotros somos mamíferos bípedos, con el eje central perpendicular a la tierra, mientras que la Tierra es una esfera giratoria. Sin embargo, las tradiciones esotéricas de Oriente y Occidente nos enseñan que el ser humano posee un campo energético (llamado también "aura") que tiene una forma esférica. Y el campo de energía del planeta es también esférico, como el propio cuerpo planetario.

El campo energético humano y el cuerpo tienen un eje central vertical, un canal central invisible que en el yoga se reconoce como el eje sobre el que se alinean los centros de energía (chakras) y ése es el eje de nuestra simetría bilateral, la izquierda y la derecha. El planeta Tierra tiene también un eje vertical, su eje de rotación, que proporciona el ritmo de alternancia del día y la noche, que afecta a la vida de todos los animales y plantas. Para los taoístas chinos, este ritmo de la luz y la oscuridad, del día y de la noche, constituye el punto de partida del concepto de los polos del yin y el yang.

Los filósofos herméticos medievales solían elaborar tablas de correspondencias de los cuatro elementos: la "tierra" como materia sólida, el "agua" como todos los líquidos, el "aire" como lo gaseoso y el "fuego" como radiación y energía electromagnética (en términos modernos).
Según los filósofos herméticos y la primera visión del mundo de las culturas tribales, estos elementos no sólo son las principales divisiones estructurales del organismo, tanto planetario como personal, sino que son principios vivos, inteligentes y activos que se expresan en muchos niveles y no sólo en el nivel material y físico.
A escala psicológica, el fuego se relaciona metafóricamente con la visión, la percepción y la imaginación. El agua, con los sentimientos y las emociones y con el principio de la solutio (disolución). El aire, con el ámbito de la mente, los pensamientos, la audición y el habla. La tierra, con la consciencia corporal, las sensaciones, el tacto y las pautas de conducta.

Pero los antiguos filósofos de la naturaleza no detenían su analogía en los niveles de la physis y la psikhé. Para ellos, cada elemento era el campo de expresión de un ser espíritu inteligente y consciente con el que el chamán, el alquimista o el mago podían comunicarse. Estos espíritus de los elementos, al igual que otros espíritus comparables asociados a árboles, plantas, ríos, rocas o paisajes, se consideraban a veces como un ente colectivo (hadas del aire, silfos del agua, salamandras del fuego, o gnomos de la tierra), y a veces como en el caso de los amerindios, como una gran diosa o un gran dios: la Madre Tierra, el Padre Cielo o el Hermano Viento, la Abuela Mar Océana, el Abuelo Fuego. También San Francisco escribió el cántico dirigido al Hermano Sol y la Hermana Luna, así como al Hermano Viento, la Hermana Agua, el Hermano Fuego y la Madre Tierra.

Si queremos incluir esta esencia espiritual en nuestra visión del mundo, tenemos que ir más allá del paradigma mecanicista, del que ha hecho gala nuestra cultura occidental y que nos ha llevado a la vorágine de la producción, el consumo, el abuso, la desigualdad y el capitalismo feroz. Tenemos que recuperar el vitalismo, que sostenía que todos los procesos naturales estaban imbuidos de una fuerza vital, el élan vital del que hablaba Bergson, que se hallaba ausente de los materiales sintéticos artificiales. Debemos explorar de nuevo las visiones animistas y panteístas y volver la vista a la antigua metáfora de las culturas primigenias que dicen que la tierra es nuestra Madre. 

¿Será esta cumbre la última oportunidad para despertar la conciencia de que el planeta forma parte de nuestra identidad?