Cuando fui a rozar el abismo con los dedos
lo encontré sin límites, sin linea
recta.
Como en un laberinto
la salida era la contraseña justa
la palabra,
en la otra orilla.
Susurra mi nombre
regresa a mi voz
compromete mi destino,
para que cumpla la tarea
y no vague sin salida
en el inhóspito clamor de las
ausencias.