lunes, 28 de marzo de 2016

POEMA 1



                       Cuando fui a rozar el abismo con los dedos

                             lo encontré sin límites, sin linea recta.

                             Como en un laberinto

                             la salida era la contraseña justa

                             la palabra,

                             en la otra orilla.


                            Susurra mi nombre

                            regresa a mi voz

                            compromete mi destino,

                            para que cumpla la tarea

                            y no vague sin salida

                            en el inhóspito clamor de las ausencias.




martes, 22 de marzo de 2016

BRUSELAS: LA TRAGEDIA INÚTIL





Miserables mortales, ¿por qué tenéis armas y os matáis mutuamente? Deteneos, que alejados de la guerra conservaréis en paz vuestras ciudades con ciudadanos pacíficos. Poca cosa es la vida y es preciso recorrerla hasta el final con la mayor tranquilidad posible y lejos de la desgracia.

Es el amargo lamento de Adastro.

Esta denuncia de la guerra destructora de vida es la declaración del derecho a vivir, con la fortuna o el infortunio que conceden los dioses, y que la muerte no provenga de la absurda locura del ser humano.

Basada en un episodio de la saga tebana y escrita durante la guerra del Peloponeso, Suplicantes indaga en los efectos desastrosos de toda contienda armada.

"Con Eurípides irrumpió en el escenario el espectador, el ser humano en la realidad de la vida cotidiana..." dijo Nietzsche en su conferencia Sócrates y la tragedia.

Hoy es esto tristemente actual, porque la tragedia ha vuelto a golpear a seres humanos simplemente envueltos en las tareas de la vida cotidiana.

domingo, 20 de marzo de 2016

¿Y SI ABANDONAMOS?



Tengo una amiga que me envía asiduamente correos y que suele decir: "hay que estar informadas, es nuestra obligación", y yo, cada vez más, pienso que estamos inmersos en un exceso de información y, que a veces, no sólo nos aturulla y nos dispersa, sino que nos mina las defensas, nos deja inermes e impotentes y, lo que es más grave, nos insensibiliza.

Cada vez que leo en los periódicos, veo en la televisión, oigo en la radio, me meto en las redes sociales y me encuentro la cifra de muertos en la guerra, de refugiados pasando frío y hambre, de gente privada de casi todo en países cuyos dirigentes son una banda de dictadores corruptos, mentirosos y demagogos.
Cuando paseo por la calle y veo a los inmigrantes a la puerta de los supermercados pidiendo limosna, o dentro de ellos comprando con su cartilla, me pregunto: ¿qué puedo hacer yo? (aparte de estar informada, claro).

¿De qué me sirve saber...?

... lo que pasa en el mundo, en Siria, los acuerdos de Alemania con Turquía en materia de refugiados, la hambruna de Africa, la huida masiva de marroquíes en pateras, la muerte sistemática de personas, sobre todo de mujeres, en México, la falta de identificación oficial de los niños en Togo o Ghana, la explotación de los niños para la obtención del coltán, el abuso de mano de obra infantil por parte de las empresas textiles europeas y americanas instaladas en India y China, la desforestación del Amazonas por parte de las madereras y de los criadores de ganado para EEUU, la manipulación de las farmacéuticas en medicamentos para las epidemias... 

... y en mi país, la corrupción indigna de muchos de los servidores del pueblo, el empobrecimiento paulatino de la clase media y el enriquecimiento menos paulatino de las clases favorecidas, empresarios y políticos; el paro desalentador en los jóvenes y la escasa esperanza de que vaya a cambiar en los próximos tiempos, la falta de consenso para gobernar por los intereses de las personas y no de los cargos...


... y en mi ciudad, comprobar que algunos locos descerebrados, siguiendo la senda del odio, se dedican a manchar de sangre y despojos de cerdo el recinto dónde se va a ubicar una mezquita, lugar de reunión de personas que practican un credo común...

... y en los trabajos, sectores tan dispares como el comercio, la hostelería, la sanidad, el periodismo, la educación, etc, donde es habitual que la gente, además de cumplir con su jornada laboral, trabaje otras cuantas horas más gratis. Quizás en algunos caso no se les obligue a quedarse, o a hacer guardias que no les toque, o a hacer horas extra, pero el que no lo hace no sólo no prospera sino que llega a ser mirado con desdén por sus propios compañeros. Juegan con el miedo del trabajador a perder su empleo. 
Se calcula que cada semana del año 2015 se trabajaron en España una media de 3.5 millones de horas fuera de la jornada laboral sin retribución. También se sabe que no se abonaron la mitad de todas las horas extras.
La crisis no sólo trajo la pérdida de millones de puestos de trabajo, sino que se perpetúa con prácticas abusivas perversas, aprovechándose de la situación: "si no estás dispuesto a hacerlo tú, llamamos a otro payaso", como rezaba el titular de un reciente dominical. 

... ¿Y ahora qué? me pregunto, ¿qué hago con toda esta información?

Había una vez dos ranitas que, paseando, cayeron en un recipiente lleno de crema.
Inmediatamente, sintieron que se hundían. Era casi imposible mantenerse a flote mucho tiempo en esa masa espesa, como de arenas movedizas. Al principio, las dos patalearon en la crema tratando de llegar al borde del recipiente, pero fue inútil, sólo consiguieron chapotear en el mismo lugar y hundirse como piedras en el lodo.
Al tocar fondo, se impulsaron con las patas traseras y, por un momento, volvieron a la superficie y pudieron tomar aire. Pero se dieron cuenta de que cada vez que se iban al fondo se les hacia más difícil volver a la superficie y respirar.
Una de ellas dijo :
- No puedo más. Es imposible salir de aquí. En esta sustancia no se puede nadar.
- No hables. Nada - le dijo su hermana.
-Ya que de todas maneras vamos a morir- siguió diciendo- ¿para qué prolongar este dolor?, ¿qué sentido tiene morir agotada en un esfuerzo estéril?
Dicho esto, la ranita dejó de patalear y se hundió con rapidez tragada por el espeso líquido blanco.
La otra rana, más persistente o más tozuda, se dijo:
- No hay manera, nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Pero yo quiero luchar hasta mi último aliento. No quisiera morir un segundo antes de que llegue mi hora.
Y siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar, sin avanzar un centímetro durante horas y horas.
De pronto... sucedió algo imprevisto. De tanto patalear y patalear... la crema se transformó en manteca.
Sobre la superficie de la manteca, la rana, sorprendida, se deslizó hasta el borde del pote.
Desde allí, saltó al suelo y se fue croando de regreso a casa.

martes, 15 de marzo de 2016

EL VIAJE OCULTO



"En la boca del lobo" es un taller experimental de literatura basado en los arquetipos del héroe de Campell y, hace unos días, un hombre que asistía al mismo comentaba que era la segunda vez que volvía a hacerlo. 
Le preguntó nuestro profesor, Eduardo Fraile Vera, la razón por la que repetía la experiencia, y confesó el hombre que no lo sabía muy bien, que tenía la impresión de que si le examinaban a cerca de los conocimientos que había sacado en claro en anteriores sesiones, poco podía responder, pero que se identificaba con el monje de una fábula zen.

Un joven monje zen preguntó a su maestro: 
"maestro, ¿qué puedo hacer para transportar el agua de este pozo a este barreño?
El maestro le respondió: "coge este cedazo que aquí ves, llénalo de agua y vete echándolo en el barreño hasta que se llene".
Así estuvo todo un día el monje, sin descanso, y al final de la jornada se acercó a su maestro y le dijo: "maestro, he estado todo el día tal como me dijiste llenando el cedazo de agua y llevándolo al barreño, y ha sido en vano porque el barreño sigue vacío.
Entonces se dirigió el maestro al joven con una sonrisa y le dijo: "¿pero te has fijado qué limpio te ha quedado el cedazo?"

Quizás ocurra que sea el reconocimiento (o el extrañamiento) de una misma el hallazgo de lo que en principio no buscaba, porque como en el viaje del héroe, una nunca encuentra aquello que ha salido a buscar.



viernes, 11 de marzo de 2016

LA LENTITUD




Decía Ronald Barthes con una fina ironía: "los japoneses acabarán comiendo arroz con tenedor y perderán la elegancia del gesto de los palillos".

"La velocidad es una nueva forma de éxtasis, la amamos hasta que
nos asusta porque produce una descarga de adrenalina, una intensificación de la existencia", afirma Paul Virilio (París 1932), teórico cultural y urbanista conocido por sus escritos acerca de la tecnología y cómo ha sido desarrollada en relación con la velocidad y el poder.

Parece, sin embargo, que esta velocidad ya no nos lleva al éxtasis sino a la insatisfacción de no poder cumplir todas nuestras expectativas. Aumentar el número de experiencias, a pesar de no disfrutarlas plenamente.

Nos señala Hartmut Rosa (sociólogo alemán que acaba de dar una conferencia en el CCCB de BCN sobre las vidas aceleradas) que nuestro mundo es como la rueda del hámster, que avanza sin llevarnos a ningún sitio, y que el problema no es que no podamos saltar fuera de la rueda, sino que es imposible volver a entrar si lo hacemos, y que tampoco podemos reducir el ritmo mientras estamos metidos en ella.

¿Qué soy y si lo soy, hasta cuándo?
Ya no se es panadero, se trabaja de panadero, quién sabe lo que podrá ocurrir mañana. Y como no sé lo que voy a ser mañana (aparte de un competidor en medio de competidores) no puedo quedarme quieto, añade Rosa.

Olvidamos que el cerebro humano es una máquina lenta y que el deseo por emular a las máquinas rápidas, que nosotros mismos hemos creado, lejos de ser el fundamento de la felicidad, pueden ser una fuente de angustia y frustración.
Prevalece el hacer sobre el pensar y predomina la rapidez de las decisiones y de las relaciones.
La tecnología ha hecho más veloz la comunicación, pero nuestras neuronas se han quedado tal cual eran y estaban. Se ha producido una desarmonía entre el progreso de la tecnología y su metabolización (por lo menos en una gran parte de la sociedad) y esto genera una enorme ansiedad por no poder estar a la última y no ser los más modernos.

Lo mismo ocurre en política donde en los programas de gobierno estamos sometidos a cambios continuos en cortos plazos (a los constantes cambios en el sistema educativo, al rechazo a la entrada de refugiados a Europa y su regreso a Turquía, después de un pacto económico y social con Ankara, etc. me remito).

Este concepto de la inmediatez y el cambio se corresponde con la neurosis de no dejar pasar el momento, la oportunidad, el tren y nos conecta irremediablemente con el reino del mercado, donde con pulsar una tecla accedemos a todo tipo de compras abstractas o concretas.
Los políticos, el sexo, la comida, los coches, la ropa...son mercancías que machacónamente se nos inculcan desde los todopoderosos medios de comunicación (sobre todo los visuales: televisión y redes) y que con el mero uso del dedo índice -véase el enorme dedo de San Juan Bautista (1508-1513) de Leonardo da Vinci, profetizando su aplicación para smarphones y tablets- están a nuestro alcance.

Se ha producido una sacralización del mercado. El mercado como aspiración estética y moral, un dios ateo de nuestro tiempo.
La estrategia económica carece de piedad y pisotea valores, derechos y cultura con tal de alcanzar su meta: el aumento del PIB.

La economía de mercado difícilmente contará entre sus prioridades la formación de ciudadanos críticos.
Como señala Martha Nussbaum las materias que se consideran obsoletas, como las humanistas, se sustituyen por materias científicas enteramente encaminadas a la producción de tecnologías útiles para el mercado.
La estrategia económica necesita ciudadanos que digan sí a todo, que no planteen más problemas que los relacionados con el éxito económico y que hallen satisfacción y recompensa en la adquisición de bienes para estar a la altura de los demás y de la modernidad.

El deseo de adquirir tecnología nueva es infinito, aunque a veces las mejores técnicas no sean precisamente revolucionarias.
El deseo de comprar la novedad no se genera en el pensamiento lento de la reflexión o la utilidad del objeto, sino en el rápido, rapidísimo de la moda.
Un "parecer" en vez de un "ser". Ir de compras significa poseer y, entre el tener y el no tener existe una gran diferencia. El placer de comprar no se encuentra tanto en el valor de la cosa adquirida como en el propio acto de adquirir.

El pensamiento rápido, tan importante para eludir los peligros, trae como contrapartida la desaparición de los actos considerados inútiles, como la contemplación, la poesía, la conversación por el placer de charlar y traería (o ya está aquí) un nuevo arte donde la poesía sería (o es) un tweed y la pintura una pincelada.


lunes, 7 de marzo de 2016

BLACK BOX



Cuando el primer ser humano vio el mar, ¿qué vio? 
¿Qué compartimos nosotros de aquella visión?

Esto se pregunta Hiroshi Sugimoto en algunas de sus fotografías que actualmente se exhiben en la sala de exposiciones Garriga Nogués de la  Fundación Mapfre en Barcelona. 

Hiroshi Sugimoto se considera uno de los fotógrafos más importantes de las últimas décadas y en su obra interpreta la tradición fotográfica clásica dando un giro conceptual a géneros como la naturaleza muerta, la fotografía abstracta, el retrato y la fotografía de la naturaleza. 
Es un maestro artesano no sólo por la perfección y belleza de su arte sino también por el background conceptual y filosófico que destilan sus imágenes. 

Tanto sus dioramas de la vida prehistórica, tomados del museo de Ciencias Naturales de NY, como sus retratos de personalidades históricas muertas (Enrique VIII, el Papa Juan Pablo, Lenin...) o aún vivas ( Fidel Castro entre otros) realizados a partir de las figuras expuestas en cera y de una impecable claridad y espectro tonal, producen en el observador una reacción inquietante, abriendo una brecha entre la imagen que vemos y lo que procesa nuestra mente: una tensión entre lo falsificado y lo real, lo animado y lo inanimado, la muerte y la vida. Un gran desconcierto al observar la lábil frontera entre la imitación y la realidad, la copia y lo real.
Recuerdos de la mortalidad de todo lo viviente.

"Por muy falso que sea el tema, una vez que se ha fotografiado, resulta tan real como la vida misma", recuerda Sugimoto.

En los paisajes marinos nos deslumbra con la visión primigenia del mar y del cielo. 
Paisajes de día, de noche, brumosos, con el horizonte apenas perceptible.
Otros presentan una nítida claridad que hasta permiten ver la ondulación de las olas. Agua y aire en presencia de la luz.

"Mi mente se convierte en una cámara oscura" nos dice el artista.

Con una sobreexposición del negativo durante una película, consigue en la serie Theaters (cines) captar cuán inconmensurables son algunos conceptos relativos al tiempo: la larga duración de la película se comprime en un sólo instante y el caudal acumulado de imágenes animadas se recoge en una sola foto de una pantalla en
blanco.
La fotografía detiene el pasar del tiempo y además lo expone. El único punto de luz es la pantalla, lo que nos permite ver los contornos y detalles del marco (el cine, el teatro) en el que se asienta y todas las imágenes fundidas en blanco al mismo tiempo.
Frente a la pantalla no hay espectadores. Sólo el espectador de la fotografía es el espectador de la pantalla.

Juego y más juego, representación de otra representación, como aquellas muñecas rusas una dentro de la otra.

En los campos de relámpagos creados sin cámara, se registran los efectos que las descargas eléctricas producen en el negativo fotográfico.
La belleza formal de las figuras, a veces sugiere el contorno de un río o el cielo nocturno, pero también se relaciona con la fotografía abstracta, recreando estos experimentos en el cuarto oscuro.

Preciosa muestra en la que las paradojas que separan la historia humana de la eternidad se difuminan y se exhiben con nitidez en el espacio luminoso.


jueves, 3 de marzo de 2016

3 DE MARZO


Los hechos

Recuerdo aquel 3 de marzo de 1976, en el que después de una asamblea en el instituto, mi amiga Txiti y yo caminábamos por el Paseo de la Senda cuando la masacre ocurrió.
Habíamos pensado ir al barrio de Zaramaga, a la iglesia donde se celebraba la asamblea, pero nos entretuvimos charlando y riendo como dos adolescentes llenas de pájaros en la cabeza.

Vitoria-Gasteiz sufrió la mayor agresión en su historia contra la clase obrera. Fueron asesinados cinco trabajadores y más de cien heridos como resultado de los disparos de la policía al desalojar una iglesia en la que se celebraba una asamblea de trabajadores en huelga. 

Franco había muerto unos meses antes y en Vitoria-Gasteiz se estaba desarrollando un movimiento huelguístico secundado por varias empresas con reivindicaciones laborales.

Tras dos meses largos de paro y dos días de huelga general apoyada por comercios, estudiantes y la ciudadanía en general, se convocó una asamblea general de trabajadores en la iglesia de San Francisco de Asís del popular barrio de Zaramaga, y fue allí donde los gases lacrimógenos primero, y las balas después, acabaron con la vida de los citados trabajadores e hirieron a un centenar de personas de entre unas cinco mil allí congregadas.

Los sumarios abiertos para esclarecer los hechos después de diversos recorridos por tribunales y juzgados, acabaron en la jurisdicción militar, la cual dictó acto de sobreseimiento por no haber motivos suficientes para acusar de estos hechos criminales a personas determinadas. Tampoco fueron atendidas reclamaciones al Estado por responsabilidad civil.

El funeral

Recuerdo como toda la ciudad estaba presente. El espeso silencio que nos empapaba. Las calles abarrotadas que despedían el paso de los féretros con la señal de la victoria en las manos alzadas.
Recuerdo, después del funeral, la visita a la casa de mi estimada amiga Teresa Alonso, que estaba seriamente enferma, para leerle la emotiva homilía y trasmitirle la turbación de aquel momento. No mucho tiempo después ella nos dejó.

En estos acontecimientos tuvo parte también la iglesia pero con posturas opuestas.
En la homilía, por una parte, el párroco de San Francisco de Asís (lugar de los hechos) dijo que habían abierto sus puertas al pueblo, que lo necesitaba para comunicarse a diario sus trabajos, su lucha y sus angustias y que ese era un lugar de refugio con todo derecho y que servía al ideal de la creación de un mundo justo y fraternal. 

Por otra parte el obispado de Vitoria, aunque no autorizó la entrada policial en la iglesia, tampoco se opuso a la decisión de un gobierno, que apoyándose en el concordato, irrumpió en aquel templo abarrotado de gente.

El obispo de Vitoria fue recibido en el funeral con un estremecedor abucheo. Sin embargo, la homilía, donde se condenaba la represión policial y se exhortaba a la inmediata clarificación de los hechos, fue largamente aplaudida. Se reclamó un acuerdo justo ante el conflicto laboral, como el que buscaban aquellos cuya muerte allí se recordaba.

El concierto

Recuerdo la conmoción que sentí en aquel concierto. Las velas encendidas en señal de unión, de solidaridad. La rabia, las lágrimas, la impotencia, la sangre nos hervía de juventud y de furia.

Lluis Llach y Mikel Laboa convocaron a miles de personas en el pabellón de Mendizorroza dónde celebraron un apoteósico concierto, lleno hasta la bandera, a rebosar de almas heridas y deslumbradas.


La actualidad

El ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz ha homenajeado ésta semana a Lluis Llach por su canción "Campenades a morts"compuesta el día posterior a este suceso, cuya letra denunciaba la impunidad que reinaba en el Estado en aquel momento.

Coincidiendo con este acto de reconocimiento se ha producido paralelamente otro acto. Uno de vandalismo contra la escultura y los monolitos erigidos en memoria de las cinco víctimas de aquella matanza. Los memoriales han aparecido pintados de rojo y amarillo y con una pegatina de la Falange Española.

Hoy escucho de nuevo, después de tanto tiempo, la canción de "Campenades a morts": Assassins de raons i de vides que mai no tingueu repós en cap dels vostres dies i que en la mort us persegueixin les nostres memóries.(Asesinos de razones y de vidas que nunca tengáis reposo en ninguno de vuestros días y que en la muerte os persigan nuestras memorias).

A día de hoy, 40 años después, sigue sin haber ningún reconocimiento de culpabilidad por parte del estado, que fue el responsable de estos criminales hechos.