domingo, 5 de junio de 2016

COMO SE LA LLEVA EL RÍO




No, no tesoro. No te la voy a volver a cantar.
No, no tesoro, no te la voy a volver a cantar.
Eso decía mi padre cada vez que acurrucada en su regazo le pedía que la volviese a cantar.

Ay, ay, ay, ay,
¡cómo se la lleva el río!
ay, ay, ay, ay,
¡lástima de mi querer!
con razón tenía celos de él.
¡Ay, qué dolor!
¡qué dolor del amor mío!
¡Ay, qué dolor!
¡madre de mi corazón!
matarile, rile rilerón.

No, no, tesoro. cada vez que la canto no paras de llorar.
No, tesoro, no. Cada vez que la canto lloras sin poder parar.
Repetía mi padre una vez más.

Y una vez más la cantaba ante tanto suplicar.

Una noche de verano
cuando la luna asomaba
vino a buscarla su novio
y no estaba en la ventana.
Él la vió muerta en el río
y que el agua la llevaba.
-¡ay, corazón- parecía una rosa!
-¡ay, corazón una rosa muy blanca!

Y yo, su niña pequeña, viéndola en la corriente del río, sólo sabía llorar.


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