Se encontraba en la acera de una calle un ciego pidiendo limosna.
Se acompañaba en tal tarea de un cartel que rezaba: " Una limosna, por favor".
Pasaban los viandantes y apenas si el ciego a lo largo del día recogía unas monedas. La gente depositaba céntimos que le sobraban y eran pocos los que lo hacían.
Acertó a pasar a su lado un publicista que viendo el cartel que el hombre exhibía, le invitó a tirarlo y crear otro nuevo.
A partir de ese momento el hombre ciego empezó a recibir más monedas y de mayor importe.
Antes de terminar el día, el ciego paró a uno de los que a su lado pasaban y le preguntó: ¿podría decirme lo que pone en el cartel? (refiriéndose al nuevo cartel creado por el publicista), el paseante le contestó: "Mañana empieza la primavera y yo no la veré".
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