Esta foto que ven aquí es tan sólo un trozo del muro que rodea la ciudad de Belén, situada a 9 km al sur de Jerusalén, en los montes de Judea, en la región conocida como Cisjordania. En 1967, durante la Guerra de los Seis Días, fue ocupada por los israelíes al igual que el resto de Cisjordania hasta diciembre de 1995, en que, a raíz de los acuerdos de Oslo fue transferida como parte del territorio administrado por la autoridad palestina. La mitad de su población es musulmana y la otra mitad es cristiana, en su mayoría ortodoxos y en menor medida católicos. También es una ciudad importante para los judíos que veneran la tumba de Raquel, situada a la entrada de la ciudad y el lugar donde nació y fue coronado el rey David.
El gobierno de Israel tiene rodeada la ciudad con este muro y con pasos de control, lo que impide el libre tránsito de sus habitantes
que no pueden abandonar la ciudad sino es con permisos especiales, y ocurre lo mismo para los israelitas que quieren visitar la ciudad, que se encuentran con la misma situación.
Esto es actualmente Belén, rodeada por lo que se llamó "el muro de la vergüenza".
Jerusalén tiene también su parte vieja rodeada de una muralla y repartida por zonas: una es la parte musulmana, otra la judía, otra la armenia y otra la cristiana.
Tiene la ciudad siete entradas y aparentemente se puede circular por todas las zonas con cierta libertad, aunque en la práctica los check points del ejército estén presentes cada dos pasos en la zona musulmana y que para entrar al muro de las lamentaciones desde esta zona haya fuertes medidas de seguridad y un paso de control estilo aeropuerto para los turistas que en algunos casos no somos bien mirados por los judíos ortodoxos que agitan sus tirabuzones con paso precipitado dirigiéndose al muro.
Las esposas de estos judíos ortodoxos tienen cuando se casan la obligación de raparse la cabeza y a partir de ahí vestir una peluca para no resultar atractivas a la mirada de otros hombres.
La noche de bodas son cubiertas con una sábana y a través de ella se lleva a cabo el acto sexual, por un lado para evitar el contacto visual y por otro para dejar constancia de la "pureza" de la mujer.
Habíamos estado paseando por la zona musulmana un buen rato y disfrutando de ese ambiente abigarrado propio de los zocos árabes repletos de comida (a pesar del ramadán), especias, alfombras, baratijas y regalos y yo había comprado un colorido póster con el eslógan de "visite Palestina". El vendedor me lo había envuelto en papel de periódico hábilmente enrollado de manera que pudiese transportarlo sin perjuicio de ser estropeado hasta mi destino. De su interior no se veía nada, sólo se adivinaba por la forma que se trataba de un póster. Al ir a cruzar hacia el muro y pasar el control, uno de los militares, por cierto de nacionalidad ecuatoriana, me preguntó si el póster era palestino, al decirle que así era me dijo que no podía pasar con él y me conminó a dejarlo allí en consigna y recogerlo al salir.
Asistimos también en otro momento, en la misma zona palestina a un brutal ataque por parte de militares israelíes contra un palestino al que patearon y golpearon hasta llevárselo custodiado probablemente a los calabozos. Los israelíes eran más de una docena, todos ellos armados, frente al palestino, que no sabemos porque razón (probablemente alguna increpación) se vio envuelto en esta situación.
Sirvan estas dos pequeñas anécdotas para ilustrar el ambiente, grado de violencia y de espacio sitiado que desde fuera se puede observar.
Es Jerusalén una ciudad con un pésimo transporte público, lo que obliga a sus ciudadanos a desplazarse en coches particulares que forman interminables colas y atascos en las vías principales.
Los "lugares santos" están abarrotados de turistas llegados de todos los confines para rendir culto, catalizar o simbolizar sus creencias.
Son lugares que transitan el consciente y el inconsciente colectivo, que se recrean a sí mismos y que engordan el negocio de las religiones monoteístas.
El memorial de Yad Vashem, situado en las verdes laderas de Har Hazicaron (Monte del Recuerdo) está dedicado a la memoria de los seis millones de judíos víctimas del Holocausto. Se estableció en 1953 como centro mundial de documentación, investigación, educación y conmemoración del exterminio.
En el año 2005 se inauguró un nuevo museo en forma de prisma que penetra dentro de la montaña. En el "Santuario de la Memoria" hay una llama perpetua. Allí se han enterrado cenizas de las víctimas cremadas. El Children Memorial es un edificio anexo dedicado al recuerdo de los niños judíos que perecieron en la Shoá.
La visita al lugar es emotiva, como lo es el recuerdo de cualquier genocidio.
Jordania limita con Israel y es un estado rodeado, ahora más que nunca por el bloqueo Sirio, que ha recogido a cientos de refugiados que han aumentado la población y que agudizan el problema de la escasez de agua que asola a este país asentado en un gran desierto.
A las ciudades llega el agua un día por semana con la que llenan sus depósitos sobre tierra o subterráneos para su uso.
El mítico río Jordán se evapora por efecto del calentamiento, llegando al mar muerto como un riachuelo herido que obliga a descender el caudal del Mar Muerto en un metro anual aproximadamente.
El Mar Muerto reposa con sus aguas calmas y densas en el punto más bajo de la tierra, y mirarlo y adentrarse en sus aguas es una experiencia pleistocénica, como un retorno a lo todavía no creado.
La economía de Jordania se sostiene principalmente por el dinero que reciben de la población que ha emigrado a trabajar hacia Arabia Saudí y los Emiratos Arabes.
Todas las personas se casan en Jordania. Los hijos varones se quedan cuando se casan a vivir en la casa de sus padres y las hijas son las que salen del seno de su familia para vivir en la de sus suegros, de ahí que las casas en su mayoría estén inacabadas, apuntando al cielo los hierros que servirán para hacer una nueva planta a medida que los hijos varones se vayan casando y se necesite espacio para el asentamiento.
Es el hombre el que aporta la dote al matrimonio y el que paga el divorcio si lo hubiere. La tasa de divorcios se encuentra entre el 5 y 5 y medio por ciento.
Ammán es una ciudad multiforme, con barrios levantados de la mano de beduinos que fueron expulsados de sus asentamientos y que construyeron sus moradas reagrupándose en zona urbana sin plan urbanístico. Estos barrios contrastan con otros de mucha mejor construcción y acabados, con algo de verde y arboleda en las partes altas de la colina y que pertenecen a otra clase social o a habitantes procedentes de los Emiratos y de Arabia Saudí.
Petra, en palabras del famoso poema de Dean Burgon: "Hazme igual a la maravilla celosamente guardada por el sol del este/ Una ciudad rosada tan antigua como el tiempo...", es la gran joya jordana, la atracción más importante. Es un lugar aislado de escarpadas laderas rocosas, cimas recortadas y profundos acantilados en la que excavaron la mayoría de las tumbas, fachadas, teatros y escaleras la tribu de los nabateos, procedentes de la península de Arabia y que se asentaron en este enclave hace más de 2.200 años y donde acabaron convirtiéndose en los indiscutibles amos de las rutas comerciales de la región, con aplicación de peajes y protegiendo las caravanas cargadas con incienso y mirra arábigo, especias y sedas indias y marfil y pieles de animales africanos.
Este negocio les permitió establecer y organizar un poderoso reinado que se extendía hasta la hoy infortunada Damasco e incluía partes de los desiertos del Sinaí y Néguev.
Los nabateos eran gente inteligente y práctica que no creyeron en la exclusividad nacional y se abrieron a las influencias externas, absorbiéndolas y añadiéndoles su propio sello nativo. Surgió así una maravillosa mezcla cultural donde paseando se distinguen estilos propios del arte clásico grecorromano, egipcio, mesopotámico y local fusionados en cada obra de arte.
El desierto de Wadi Rum, "Inmenso, solitario... como tocado por la mano de Dios" que tan elegantemente describía T.E. Lawrence, un laberinto de paisajes y rocas monolíticas que se erigen desde el suelo creando espacios vacíos y sin límites.
Madaba, la ciudad de los mosaicos, a donde llegamos por una carretera de 5.000 años de antiguedad conocida como el Camino de los Reyes, con la iglesia de San Jorge, donde se encuentra el mapa mosaico bizantino y omeya más antiguo que se conozca en la Tierra Santa. Formado por dos millones de piezas hechas con piedra local de vivos colores, muestra colinas y valles, pueblos y ciudades desde Jerusalén hasta el delta del Nilo.
Jerash, antigua ciudad de la Decápolis, cuyas ruinas representan una de las ciudades más importantes y mejor conservadas del Próximo Oriente.
El Monte Nebo, el último lugar visitado por Moisés, según el Deuteronomio donde se narra cómo Moisés, negada la entrada de la Tierra Prometida a la que dirigió a los israelitas desde Egipto, vio la tierra de Canaán desde su cima antes de morir.
En definitiva un viaje lleno de evocaciones míticas: Belén, Jerusalén, el Monte de los Olivos, la Gruta del Nacimiento de Jesús, Getsemaní, el Santo Sepulcro, la Tumba del Rey David, el Cenáculo de la última cena, la Vía Dolorosa, el Río Jordán, el Mar Muerto... lugares que independientemente de coincidir con el espacio geográfico, son recintos simbólicos que pertenecen a parajes que nos habitaron en la niñez, un regreso a la otra patria de la infancia.
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