En un articulo reciente, el antropólogo Roger Bartra, mexicano hijo de exiliados catalanes, decía que el capitalismo tardío estaba sufriendo grandes mutaciones, que la modernidad estaba cambiando y que no se sabe a dónde se dirige. Afirmaba también que la globalización esta llena de grietas y que especialmente era patente en América Latina donde partes de la sociedad viven inmersas en la posmodernidad y otras continúan en otro siglo.
La escena que voy a relatar no se sitúa en Latino América, ni en Asia, ni en ningún país Árabe;la escena ocurre en una isla con moneda propia y fuerte, con peculiaridades culturales que la distinguen del resto de su continente, con una democracia consolidada, con un prestigio como potencia internacional, con menos impacto negativo derivado de la tan nombrada crisis económica que sus países vecinos, con una lengua predominante e imperante, cuya enseñanza- aprendizaje le supone un rentable negocio, uno de los más lucrativos que desarrolla.
La escena ocurre como ustedes han podido ya adivinar en El Reino Unido, en la ciudad de Bristol, como testigo.
Nos encontramos en "The English Language Centre" una escuela de prestigio que imparte lengua inglesa y otras elecciones optativas a un buen número de estudiantes llegados de diferentes (los que se lo pueden económicamente permitir) confines del mundo.
En la presentación del curso estamos reunidos los nuevos estudiantes para recibir una charla sobre el funcionamiento general de las clases y sentada a unos tres metros frente a mi, hay una mujer (supongo), completamente cubierta con una túnica negra (abaya) para evitar transparencias y en la cabeza el velo ( hijab), negro también, dejando solo al descubierto las manos que sostienen y se deslizan nerviosamente sobre un smart phone de última generación.
No puedo ver sus ojos porque están cubiertos, pero deduzco por la inclinación de su cabeza que su mirada esta fija en el teléfono, Tampoco sé de que país proviene, pero debe de ser de uno de esos donde los ricos son muy ricos, de Arabia Saudita, de los Emiratos Arabes, de Qatar...
Volviendo al comentario de Roger Bartra en el que alude a partes de una misma sociedad que viven en la modernidad y otras en otros siglos, habría que decir que hay casos como el que nos ocupa , en los que la modernidad y la edad media conviven de forma escandalosa, creando la lacerante impresión de la extrema soledad de alguien conectado a una pantalla y aislado de la interconexión gestual con el resto de los presentes.
Un poco antes de esta escena, un hombre, vestido por completo como un occidental y sonriendo amablemente compartía conmigo la mesa de estudio. Ahora esta sentado junto a su esposa, sin ningún teléfono en las manos, escuchando atenta y relajadamente la charla.
Todas las mañanas nos cruzamos en el vestíbulo, me saluda con una amplia sonrisa. Su esposa le sigue apenas un metro por detrás dejando tan solo a la vista su smart phone.
La escena que voy a relatar no se sitúa en Latino América, ni en Asia, ni en ningún país Árabe;la escena ocurre en una isla con moneda propia y fuerte, con peculiaridades culturales que la distinguen del resto de su continente, con una democracia consolidada, con un prestigio como potencia internacional, con menos impacto negativo derivado de la tan nombrada crisis económica que sus países vecinos, con una lengua predominante e imperante, cuya enseñanza- aprendizaje le supone un rentable negocio, uno de los más lucrativos que desarrolla.
La escena ocurre como ustedes han podido ya adivinar en El Reino Unido, en la ciudad de Bristol, como testigo.
Nos encontramos en "The English Language Centre" una escuela de prestigio que imparte lengua inglesa y otras elecciones optativas a un buen número de estudiantes llegados de diferentes (los que se lo pueden económicamente permitir) confines del mundo.
En la presentación del curso estamos reunidos los nuevos estudiantes para recibir una charla sobre el funcionamiento general de las clases y sentada a unos tres metros frente a mi, hay una mujer (supongo), completamente cubierta con una túnica negra (abaya) para evitar transparencias y en la cabeza el velo ( hijab), negro también, dejando solo al descubierto las manos que sostienen y se deslizan nerviosamente sobre un smart phone de última generación.
No puedo ver sus ojos porque están cubiertos, pero deduzco por la inclinación de su cabeza que su mirada esta fija en el teléfono, Tampoco sé de que país proviene, pero debe de ser de uno de esos donde los ricos son muy ricos, de Arabia Saudita, de los Emiratos Arabes, de Qatar...
Volviendo al comentario de Roger Bartra en el que alude a partes de una misma sociedad que viven en la modernidad y otras en otros siglos, habría que decir que hay casos como el que nos ocupa , en los que la modernidad y la edad media conviven de forma escandalosa, creando la lacerante impresión de la extrema soledad de alguien conectado a una pantalla y aislado de la interconexión gestual con el resto de los presentes.
Un poco antes de esta escena, un hombre, vestido por completo como un occidental y sonriendo amablemente compartía conmigo la mesa de estudio. Ahora esta sentado junto a su esposa, sin ningún teléfono en las manos, escuchando atenta y relajadamente la charla.
Todas las mañanas nos cruzamos en el vestíbulo, me saluda con una amplia sonrisa. Su esposa le sigue apenas un metro por detrás dejando tan solo a la vista su smart phone.
No hay comentarios:
Publicar un comentario