Clifton Suspension Bridge
Mis ojos por haber sido puentes, son abismos. Antonio Porchia
El puente es uno de los símbolos más relevantes del catálogo de nuestros arquetipos colectivos. Suspendido sobre un río o sobre un abismo, es el elemento que vincula dos orillas.
Existen multitud de leyendas asociadas a puentes por todo el mundo, muchas de ellas hacen referencia a puentes malditos o relacionados con fuerzas misteriosas, reflejando el hecho de las dificultades y del empeño que debían de poner los constructores(pontifex: pontifice) para concluir la obra.
Siendo un lugar mítico, el puente, está presente en las leyendas celtas, los relatos artúricos y en las tradiciones folclóricas emparentadas con ellos y suele reemplazar la figura del "barquero", aquel que traslada las almas al otro lado.
Como símbolo que une dos aspectos diferentes del ser, es la posibilidad de avanzar hacia un estado diferente de conciencia.
Es el nexo, la única posibilidad de acceso y como tal, el camino para salvar un obstáculo, el reto a superar.o en todo caso la angustia que suscita un paso difícil sobre un lugar peligroso.
Siempre existe cierto riesgo al pasar un puente, al pasar de un estado a otro, algunos lo hacen solos, otros con ayuda. El puente nos sitúa ante una vía estrecha donde la obligación de escoger nos condena o nos salva.
A lo largo de mi vida he cruzado muchos puentes. Ayer crucé por vez primera el puente colgante de la ciudad de Bristol. Vivo muy cerca de él. Es un puente que cruza el desfiladero del río Avon. Por la noche, el puente iluminado ofrece una vista impresionante, sobre todo cuando se observa en la distancia.
Al cruzarlo me detuve un instante cerca de una chica que miraba fijamente hacia el desfiladero, pensé ¿y si salta?
¿Alguien nos puede salvar del salto? ¿Alguien nos puede tender un puente?
Los puentes, a menudo, también desvinculan las orillas. Son uno de los objetivos estratégicos a destruir en escenarios de guerra. El Puente Viejo de la ciudad herzegovina de Mostar, construido en el siglo XVI, fue volado el 9 de noviembre de 1993 en el conflicto que disolvió la antigua Yugoslavia, conflicto que entre 1992 y 1995 se saldó con más de 200.000 muertos.
ResponderEliminarSeguimos construyendo puentes, algunos de ellos estarán, seguro, en el punto de mira de gobernantes que claman al mundo la necesidad de "tender puentes".
Por cierto, el puente de Mostar lo reconstruyeron ingenieros militares y se reinauguró en 2004.
Muy buena observación, en las guerras los puentes son carne de dinamita en muchas ocasiones,
EliminarMe viene a la memoria una "gregería" de Ramón Gomez de la Serna en la que decía: "el otro lado del río siempre estará triste de no estar de este lado. Y esa pena no se arregla ni con un puente.