Cuando empecé a estudiar literatura Británica, en concreto lo relacionado con las leyendas artúricas, me sentí desde el principio atraída por el condado de Somerset. En la leyenda, Ávalon estaba asociada a Glastonbury Tor, cuando los monjes de la abadía de Glastonbury afirmaron haber encontrado los restos del Rey Arturo y la reina Geneva.
Parece que Glastonbury era ya para el año 700 un importante centro religioso y que ostentaba "la iglesia cristiana por encima del nivel del suelo más antigua del mundo en "la tierra mística de Ávalon", donde siempre según la leyenda, José de Arimatea habría llevado hasta allí el Santo Grial.
Gwlad yr Haf significa en lengua bretona, el País del Verano, una denominación de la que deriva el nombre actual del condado de Somerset, que es una contracción de la expresión inglesa Sommer Settlement.
Somerset tiene una larga tradición en arte, música y literatura. Los poetas románticos William Wordsworth y Samuel Taylor Coleridge escribieron mientras se encontraban en Coleridge Cottage y en Nether Stowey, y el novelista Evelyn Waugh pasó sus últimos años de vida en la villa de Combe Florey.
El festival de Glastonbury se celebra en Pilton y atrae a numerosos visitantes de todo el planeta y a artistas reconocidos a nivel mundial.
Mientras paseaba por todos estos lugares que habían habitado hasta entonces solo en mi imaginario, sentía que estaba viva y que estaba aprendiendo a vivir, que podía escuchar ese silencio elocuente que da sentido a lo pasado y a lo presente.
Después me senté en un bar frente a un sandwich de queso cheddar y una pinta de sidra del lugar y brindé (imaginariamente) por mi suerte.
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