Solo cuando tienes montañas en los ojos puedes pintar árboles, solo cuando tienes agua en la mente puedes pintar montañas.
Texto zen
Ayer asistí a una charla impartida por el monje de la no violencia, buscando quizás otro punto de vista en estos momentos en los que el sufrimiento precisamente causado por la escalada de actos violentos en el mundo es la noticia.
Claude Anshin Thomas es en la actualidad un monje budista zen, autor del libro at Hell´s gate (en la puerta del infierno), que se dedica a difundir un mensaje de paz por todo el mundo, en especial entre grupos de militares y soldados en EEUU y Colombia.
Sin embargo no siempre fue así.
Escuchando su hablar pausado, su vestimenta de monje zen (aunque el hábito no haga al monje) y su figura delgada, es difícil imaginarse a este hombre como combatiente en la guerra de Vietnam, adicto a las drogas y narcotraficante en Irak.
Todas estas experiencias fueron el acicate para cambiar su vida y él considera, que aunque no se las desea a nadie, fueron fundamentales a la hora de incentivarlo a profesar la idea de la no violencia y predicarla en el mundo entero.
Después de dejar el Ejército terminó como mendigo en las calles y se convirtió en adicto a las drogas y en narcotraficante : "me sentía atrapado, sin posibilidad de cambiar. Intenté suicidarme pero sobreviví. Así que simplemente seguí viviendo", afirma.
Sólo cuando un conocido le convenció para que buscara ayuda médica pudo dejar su adicción y descubrió que no era necesario evadir su experiencia, sino que podía tener una relación distinta con sus recuerdos. Al poco, una de las trabajadoras sociales le recomendó visitar a un monje budista especializado en trabajar con veteranos de guerra y su vida cambió. Se orientó hacia el budismo y se ordenó como monje zen.
El mensaje que Anshin transmite es que las raíces de la violencia están dentro de nosotros mismos. Por lo tanto, si nos podemos hacer conscientes de ello, podemos empezar a trasformarnos.
Esto no implica la ausencia de conflicto, sino el ser capaces de no estar de acuerdo sin la necesidad de aniquilar a otros para defender ideas o valores que pretendemos nuestros.
Para lograr este despertar de la conciencia daba una simple receta: Al levantarse, hacer la cama con esmero y sentarse después durante 5 minutos en postura de meditación (cada cual busca la más llevadera) y respirar. Ser conscientes del punto por dónde se inhala y del punto por dónde se exhala. Sentir el punto de contacto y ...punto. Repetir lo mismo antes de acostarse. Cada día.
Parece sencillo ¿no?
La naturaleza del zen gusta de manifestarse en las cosas "ordinarias": el acto de comer, de caminar, de trabajar, de sentarse, de dormir...Por eso se dice que es el arte de lo cotidiano, donde lo ordinario se vive como extraordinario, donde lo extraordinario no se distingue de lo cotidiano, es decir, la expresión trascendente de lo cotidiano.
El zen practica la ausencia de dogmas, no trata de imponer visión alguna ni verdades ofrecidas a priori, sino que conduce a la experimentación personal.
Uno de los postulados básicos del zen, es la necesidad de "vaciarse" de opiniones, especulaciones, creencias, de ideas preconcebidas, de frustraciones y deseos no realizados..., en definitiva, vaciarse de todo dualismo, de toda frontera que separa los opuestos (bien-mal, justo- injusto, bello-feo...) con el fin de que pueda resplandecer de nuevo la naturaleza original del verdadero Ser. La vacuidad no es en absoluto un abandono al subconsciente, un mero automatismo. La vacuidad zen exige una sólida disciplina y un claro esfuerzo de la voluntad.
Zen (chan en chino) puede traducirse por "verdadero y profundo silencio" y también como "retorno al espíritu original del ser humano".
En lugar del razonamiento lógico, el zen utiliza el "koan": un ejercicio mental que tiene como objetivo arrojar al discípulo fuera del razonamiento ordinario y familiarizarse con otra aproximación a la realidad. El koan utiliza la gratuidad, la incongruencia, lo absurdo, todo aquello que desestabiliza y nos obliga a pasar de la razón lógica al corazón.
El Zen es cultivar el arte de vivir, el arte de morir, en plena conciencia.
Parece sencillo, ¿no?
Menos mal que "lo perfecto es enemigo de lo bueno".
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