Los actos de guerra solían ser monopolio de los estados, pero hoy en día ¿entre quiénes son las guerras?.
El Estado Islámico le ha declarado la guerra a países, a religiones, a sectas. También a grupos rivales como Al Qaeda, Hamás, Hezbolá o los talibanes.
¿Qué es el Estado Islámico? A pesar de querer parecer un Estado, el ISIS es una organización islamista no gubernamental, militarizada, terrorista y apátrida. Un cajón de sastre dónde la violencia indiscriminada es la herramienta fundamental para atraer y reclutar a miles de jóvenes atraídos por la imagen de un grupo invencible.
¿Necesitamos un nuevo lenguaje para entender lo que está pasando?
El nuevo siglo, no solo nos ha traído nuevas formas de hacer la guerra, sino también la transformación del armamento: los explosivos caseros, los drones, los ciberataques y los terroristas suicidas.
Por otro lado si repasamos la historia de la II Guerra Mundial, nos encontramos con un gran número de pilotos Japoneses que actuaron como kamikazes y se suicidaron intentando estrellar aviones contra objetivos enemigos. Entre 1981 y junio de este año (según datos del observador Moisés Naím) hubo 4.620 ataques suicidas que se cobraron 45.000 víctimas, a las que hay que añadirles las recientes de París. Las minas explosivas tampoco son una novedad y los explosivos improvisados causaron la mayoría de las muertes de los norteamericanos en Irak y Afganistán.
Se puede decir que la combinación de explosivos caseros, drones y las personas dispuestas a suicidarse (opción impensable para los ejércitos de las democracias), son las potentes armas que se ofrecen para la destrucción. Hay que añadir además el uso de la Red, la gran aliada para reclutar,coordinar y financiar la puesta a punto de las guerras.
El pasado viernes se usaron las armas para golpear a los céntricos barrios de los distritos 10 y 11 de París, dónde cientos de jóvenes (bourgeois bohémes), amantes de la música, el arte, la cultura y la libertad (palabras odiadas por el salafismo radical) disfrutaban en las calles.
Si miramos atrás y ojeamos la historia de la humanidad desde Caín y Abel a lo mejor podemos vislumbrar que no existe periodo alguno en que el hombre haya enterrado el hacha de guerra, y que las agresiones se han dirigido siempre contra valores y principios, en nombre de otros valores y otros principios, aunque los caídos hayan sido, sean y serán de carne y hueso.
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