April is the cruellest month (abril es el mes más cruel).
Así comienza The Waste Land (la tierra baldía), el largo poema de T.S. Eliot.
Para mi, no es abril el mes más cruel, sino noviembre.
Es en noviembre cuando las sombras se hacen más presentes cubriendo la tierra de despojos de los árboles, de húmeda hojarasca, de cascaras vacías, de zanjas embarradas, de senderos resbaladizos, de colores pardos, de sonidos ocres, de olores cenicientos.
La luz se acorta, la noche se alarga. El letargo se instala y horada los huecos, penetra las cavidades, reseca los fluidos y coagula la tinta roja de las venas.
Los sueños se atragantan, las miradas se enturbian, los pasos se frenan, la respiración se entumece y los cuerpos sueltan la piel en las camas.
El instante y la memoria se alzan a mi encuentro, al atardecer.
Es en noviembre cuando se fue mi madre, en noviembre cuando yo nací.
Hay noviembres, como hay eneros o abriles, que remiten a otro noviembre, aquel en el que inesperadamente algo fundamental en ese momento, se truncó; el tiempo se encarga de añadir más pérdidas. Cruel noviembre.
ResponderEliminarAlgo de azar y mucho de memoria harán el resto, los acontecimientos corroborarán tercamente que el pronóstico se cumplirá.
Instalamos el dolor, o el placer, en tiempos, lugares, objetos, sujetos....darles un contexto resulta útil, incluso tranquilizador, es un ejercicio de reconocimiento.
Todo regresa, irremediablemente, noviembre también lo hará, con su crueldad, cada vez un poco más cargada de tiempo y memoria. Si los dioses no lo impiden.