Los seres humanos nos movemos en ese transcurrir al que llamamos años. Nacemos, vivimos, celebramos e incluso morimos. Tejemos nuestra propia historia y somos testigos de la Historia. Somos fundadores del tiempo y lo habitamos como una realidad que existe y se trasforma.
Sin embargo, la Psique humana, no entiende de edades. El inconsciente no tiene noción del Tiempo. Parte de nuestra psique no está en el tiempo ni en el espacio, son para ella una ilusión, y es así como esa parte se rebela, se agita y nos pone delante aquello que parecía que no era nada.
En 45 años (película del británico Andrew Haigh todo empieza cuando Geoff (Tom Courtenay) recibe una carta que le anuncia el descubrimiento del cuerpo congelado de su primer amor, muerta hace cincuenta años en un accidente cuando caminaban por un glaciar de los Alpes.
Esa inesperada carta convulsiona la tranquila vida de la pareja y alarma a Kate (Charlotte Rampling), su esposa.
Un fantasma se instala en la apacible vida de esta pareja que está a punto de celebrar su 45 aniversario de casados.
Esta aparición hace que se tambaleen los cimientos de toda una vida en común.
Haigh logra hacernos sentir el desmoronamiento interior a través de la exquisita interpretación de sus actores: la mirada de Charlotte Rampling se irá velando a medida que la cinta avanza y el titubeo de sus labios en el plano que cierra el film es un gesto suficiente para presagiar la zozobra de un barco que se hunde.
Tom Courtenay, en una maravillosa puesta en escena, nos muestra la fragilidad sin palabras, mediante un juego de murmullos que evidencia muy bien lo que piensa, lo que dice y lo que calla.
Un drama sutil y conmovedor que va creciendo en intensidad al tiempo que la celebración del aniversario se acerca.
Lo esencial del filme de Haigh, a poco que consigamos escapar de los lugares comunes que acompañan el asunto de la vejez, es trasmitir la idea de que las pasiones se articulan con el tiempo pero que no nos abandonan jamás. Los reproches no tienen edad. Las desilusiones tampoco.
A veces estamos demasiado dispuestos a creer que el presente es el único estado posible, sin embargo en la vida de Kate se abre un abismo donde el presente se nubla y todos los caminos son preguntas y recuerdos.
Los días en esta pareja ya no son iguales en su monotonía, se ha arraigado una sombra, y cuando llega el tiempo en que se podría, ha pasado el tiempo en que se pudo.
Y es una de las cosas, a la que en este caso, está especialmente dedicada la memoria, a saber: mantener viva la desconfianza y el miedo.
Me encanta la temática. Buscaré el film. Gracias por la reseña, Concha. Saludos.
ResponderEliminarSi, Marco J., es una película de trazos sutiles y muy "british" de factura. Creo que te gustará si puedes verla. Abrazos
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