La paideia de los clásicos pasa por malos tiempos en el sistema educativo actual que se imparte en el estado. No sólo se ha marginado la filosofía de los planes de estudio, tampoco se enseñan el latín y el griego y si hablamos de literatura, únicamente hay algo de interés por la del país donde se imparte. A señalar que en el País Vasco se obvia la literatura producida en euskera.
Lo de masacrar las humanidades se ha instalado en nuestro territorio. Y de forma mucho más patente desde que estamos inmersos en esta mezquina etapa de gobierno en la que se empeñan en borrar las huellas del humanismo.
Parece que el futuro sólo pasase por el crecimiento del PIB y que lo que importa sea que no se piense y que no se exprese. Basta ver los debates en televisión, en los que las palabras se utilizan y se tergiversan sin ningún pudor, donde los tertulianos no se interesan en absoluto por escuchar al otro sino que se atropellan unos a otros para decir lo que de antemano tienen fijado decir, sin argumentación ni dialogo, que son ambos hijos de la escucha activa.
La filosofía nos acerca más que ninguna otra disciplina a nuestra condición humana: nos invita a pensar acerca de la libertad, el amor, la amistad, el sentido de la vida... nos propone reflexionar sobre cosas que en apariencia puede que parezcan no tener una finalidad práctica y, sin embargo, es lo que da sentido a nuestra biografía.
¿Por qué meditar sobre el amor sino para amar mejor?, ¿por qué razonar sobre la belleza sino para aprender a apreciarla más todavía?
Como Marina Garcés, filósofa y ensayista afirma, la filosofía, aunque parezca elitista es radicalmente igualitaria porque parte del hecho de que todos podemos pensar. Y esto implica dejarse tocar por lo que otros han pensado, lo cual es una forma de amor.
Gracias a las clases que recibí en mi etapa escolar por parte de un inestimable profesor de filosofía, Mikel Mtz. Askunze, que recientemente ha publicado Diálogos con los filósofos griegos,aprendí a amar la filosofía, a degustar y analizar los textos y a desarrollar una opinión que nuestro profesor nos permitía exponer con entusiasmo.
La filosofía es la herramienta que nos permite cuestionarnos lo que somos y lo que hacemos y alimentar nuestro espíritu crítico.
Sin embargo, salvar la filosofía no pasa únicamente por reclamar que se mantengan las escasas horas destinadas en nuestro sistema educativo a ella, sino que es necesario que sea parte fundamental de nuestra vida política, social, laboral y cultural, de manera que impregne transversalmente nuestras vidas y quehaceres diarios porque,
¿cómo se la van a tomar en serio los más jóvenes si no existe en la vida de los adultos?
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