sábado, 23 de enero de 2016

ARQUETIPOS



Los arquetipos son el punto de partida de una tradición textual, imágenes o esquemas congénitos con valor simbólico, que forman parte  del inconsciente colectivo y que sirven de modelo al entendimiento y a la voluntad humana.

Las 4 caras del héroe es el nombre de un taller, que dirigido por Paco Peñarrubia, psicoterapeuta, cofundador y primer presidente de la Asociación Española de la Terapia Gestalt en España, realicé hace un tiempo y que tiene que ver con los elementos y los arquetipos a los que representan. 

Se trataba de descubrir nuestro poder creativo, ponernos en contacto con él y explorarlo a través de los 4 elementos de la naturaleza: tierra, agua, fuego y aire. 
Un poder creativo sustentado en la libertad interior y en la confianza en el impulso, integrando el caos y la embriaguez (aspecto dionisíaco) con el control y la deliberación, (aspecto apolíneo). 
En palabras de Peñarrubia: "integrar la producción creativa, (sin reglas, ni censuras), con la evaluación y selectividad  posterior (donde prima la deliberación), sistematizar la intuición, despenalizar lo neurótico y rescatar su aspecto artístico."

La tarea era, a través de un viaje por la narrativa, recuperar la sabiduría encerrada en leyendas tradicionales de otras culturas y explorar los estereotipos ligados a los 4 elementos. 


1. LA TIERRA: El AGRICULTOR: LA TRADICIÓN
Está asociada a la materia. Es el alfa y el omega. Materia es lo que podemos percibir por los sentidos. La zona externa, cuando podemos percibir lo obvio. Es un sinónimo de la cordura: "tener los pies en la tierra". Es el nivel de conciencia más burdo (en el sentido de gradación de la conciencia)
Arquetipo: el agricultor: se especializa en pararse, en quedarse quieto, en asentarse (el hombre era nómada antes de conocer la agricultura). El sedentarismo produce un cambio a nivel psicológico: el agricultor se queda y es activo pero tiene que esperar la cosecha de lo que ha sembrado. Conoce el ciclo de la naturaleza y lo respeta (tradición). Desarrolla una sabiduría de adaptación, de espera, donde uno hace mucho y luego toca esperar y tener paciencia. Tiene respeto por el mundo y por la voluntad. Me paro, me asiento y veo lo que pasa y lo que me pasa. Se entrega en la confianza de que no puede hacer otra cosa y lo acepta, sea cual sea el resultado. Es un acto de ceder. Es un oficio sabio y sanador.
¿Cuál es entonces la parte neurótica, la intoyeción?: tragar. 
Tragarse lo que tus padres, maestros, etc. te dijeron sobre las cosas. Algunas de ellas serán ciertas pero otras no, y nos las tragamos enteras (creencias limitadoras). Son cosas que se han quedado dentro y que no han sido cuestionadas. Si te tragas la manzana entera te ahogas, tienes que degustarla, masticarla. Un introyecto es la tradición, pero tengo que hacerla propia, masticarla y quedarme con lo sano. Esto sí, pero esto no.
Como modelo arquetípico, el viaje de Moisés (éxodo), el pecado de la impaciencia.
Historia de Moisés:
1.Salida de la familia: importante para cualquier viaje iniciático, para vivir la vida de uno mismo.
2. Identificación: “no soy egipcio, soy hebreo, ¿quién soy?”. Proceso de des-identificación. En el caso de Moisés se queda sin sitio, no pertenece a su familia adoptiva, no sabe de quién es, de dónde procede, es como si se volviese loco. Tiene que empezar de cero.
3. Se hace pastor
4. Escucha la voz de Dios, la revelación del héroe, la tarea de enfrentarse a las resistencias.
5. Aquí has de liberarte, dejar las resistencias. Sí ya has elegido la apuesta por la salud y lo has visto, ya no hay vuelta atrás (el retorno y el no retorno)
6. El éxodo. La travesía del desierto. Metáfora del purgatorio (purgarse) donde el Ego va cayendo para quedarse en la esencia: es un viaje de bajada, duro, seco, y donde hay que soltar la esperanza de estar mejor. Viaje de desencanto donde hay que renunciar a los sueños del niño. Muere Moisés y sigue Josué. Muere lo viejo para crecer lo nuevo.
2. EL AGUA: EL COMERCIANTE, EL NAVEGANTE: LA EMOCIÓN, EL CONOCIMIENTO.
Es un elemento complemento de la tierra. Es dinámico, cambiante, dúctil, flexible, se colorea, se evapora y está en continua trasformación, de ahí que sea la emoción.
Es la emoción la que nos orienta en este cambio. La emoción tiene la misión de orientarnos sobre cómo va la vida. El problema es que aprendemos a rechazar la emoción, a interrumpir su ciclo. El niño que llora cuando se murió su tortuga y que si no le dejamos que lo exprese en ese momento, la emoción se queda allí y se enquista, se pierde. Interrumpimos la alegría, la tristeza, la rabia, el enfado etc. Esto nos distancia de la sabiduría que nos permite acompañar a la vida.
El cerebro límbico (emocional) es el responsable de las emociones. Es mucho más antiguo que el cerebro intelectual, aunque este último es el que ha tomado el poder.
Relato: un hombre acaudalado sueña una noche: “vende tu casa de El Cairo con tu hermoso jardín y vete a Damasco, porque allí hay un tesoro que te esta esperando”. El hombre vende su casa y su precioso jardín y se dirige a Damasco. Al llegar allí los guardianes que se encuentran a las puertas de la ciudad le preguntan: “¿cuál es el motivo de tu viaje?” y él les responde: “he tenido un sueño en el que se me decía que vendiese mi casa, mi jardín y mis pertenencias y que viniese a Damasco porque un tesoro me estaba esperando aquí.” A los guardianes esta explicación les parece sospechosa y apresan al hombre y lo llevan ante el sultán. El sultán al verlo ante él le dice: “que curioso porque yo esta noche he tenido un sueño en el que veía como un hombre llegaba ante mí desde El Cairo y había vendido todas sus posesiones porque pensaba que aquí le esperaba un tesoro, y he visto como ese tesoro no estaba aquí sino que estaba enterrado en medio de su jardín. El hombre vuelve a El Cairo y compra de nuevo su casa (a más precio del que la vendió= el conocimiento se paga) y desentierra el tesoro que tenía en su jardín.
Este viaje es imprescindible. Es necesario que este hombre haya dejado su casa y su jardín en busca de él mismo (tesoro) para poder volver y reconocer que el tesoro ya estaba dentro de él. Ha tenido que perder y perderse para hallarse. Ha tenido que hacer un recorrido hacia afuera para poder penetrar dentro de sí.
El conocimiento está dentro de uno mismo, pero es necesario salirse fuera a buscarlo para hallarlo. No es posible encontrarlo sin salir, sin el viaje (Moisés)
Salir y volver es el mecanismo de la proyección (el retorno). La proyección es una excelente herramienta de conocimiento. Cuando uno proyecta es ya un buen sistema de conocimiento, pero es luego muy sabio poder recuperar la proyección para conocerse, una vuelta hacia sí mismo. Todos los relatos de viajeros acaban contando como se encontraron a sí mismos.
Arquetipo: El navegante / comerciante: el que no se queda quieto, se mueve, necesita buscar, quiere ver lo desconocido. Se necesita algo de fuera, en todas las culturas. Aquí tenemos aceite, pero necesitamos vino por ej. y alguien tiene que ir a buscarlo.
Se basa en la conciencia de lo que no tengo pero es necesario saber. También es importante lo que tengo porque puedo hacer un trueque. Es así como funciona el comercio: tengo que saber lo que tengo de más, de excedente para cambiarlo por lo que me falta.
El trueque es como un acto de seducción, desarrollar aspectos de tu personalidad y ver lo tuyo y lo del otro (comercio árabe). Hay que estar rápido de reflejos. Si uno se queda instalado en el dolor, en el odio etc, se cronifica.
Toda emoción que se interrumpe se queda cristalizada, como algo que se repite y que no se resuelve. Es preciso tener una cierta capacidad de desapego.
El navegante/comerciante se pone en camino y va a ver cosas que no conocía de él mismo. Se empieza con una motivación neurótica y es el propio viaje el que se va a encargar de purificarlo.
El comerciante va a querer negociar, es egóico y quiere sacarle partido a la vida (Simbad el marino). Nunca vuelve con lo que sale a buscar, más bien vuelve con lo que no sabía que iba a encontrar, ni sospechaba que necesitaba. Esto es maravilloso porque si supiese lo que tiene que buscar no saldría. La riqueza de su viaje es lo que ha aprendido de él. Le ha madurado aunque en el viaje tenga hundimientos, quiebres emocionales (metáfora de la depresión).
El héroe: Ulises (el astuto): el viaje de vuelta a casa. De retorno.
La salvación de Ulises pasa por la des-identificación: cuando el cíclope le pregunta: “¿quién eres?” él responde “soy nadie” y eso es lo que le salva.
Hay una sabiduría profunda de que el “yo” se parece más a no ser nada, a quitarse lo que le define exteriormente.
En Ulises observamos dos tentaciones: el hedonismo y la curiosidad, y esto esta a punto de costarle la vida. Todas las pruebas están destinadas a que tenga que meterse en un berenjenal, en un laberinto, en su carácter, para desentrañar, desbrozar, y lo que acaba quedando, es un Ulises solo, lleno de harapos, viejo y medio ahogado, y es así como se entrega y llega a la playa de los Feacios (metáfora de un pueblo más evolucionado).
El Ulises que llega a Itaca no tiene nada que ver con el que salió. Es un hombre lleno de pérdidas, de desapego total. El único que le reconoce es su perro (alegoría de que lo único que le queda es lo animal, ha perdido lo humano).
3. EL FUEGO: EL GUERRERO: INTELECTO/ATENCIÓN.
La atención (no es la cabeza racional) reside en el sistema nervioso. La neurosis sería estar despistado y perder el tren. 
 Freud: hacer consciente lo inconsciente, poner luz en la sombra. 
 Jung: aquello que rechazas te somete y lo que aceptas te trasforma. 
 Fritz Perls: el darse cuenta, el estar alerta, terapia de la concentración. 
En las tradiciones espirituales: estar despierto, la atención centrada y abierta.
Satori (del budismo)= despertar la atención, despertar a la conciencia.
Karmayoga: entrenar la atención con todo lo cotidiano. Todo es una oportunidad para darse cuenta. Las tareas aparentemente anodinas son muy importantes para la atención, para estar alerta.
Otros tipos de atención serían la atención capturada (obsesiva) y la atención dispersa (el que se enreda en la planificación, en el pasado)
Arquetipo: el guerrero. La atención es el entrenamiento del guerrero. La isla de Aldous Huxley.
 Una cualidad: la impecabilidad, que tiene que ver con la medida de la acción. Es hacer las cosas en su justa medida. Dar en la diana. Uno hace lo que tiene que hacer. Contacta y se retira. 
No dejar huella (budismo). Uno se puede responsabilizar por uno mismo y no por el otro. 
El junco y el samurai. Cortar el junco con el sable sin que el junco se caiga.
El guerrero es el que ve, la persona de conocimiento, el que ve la presencia de la muerte y la tiene en cuenta. Está activo en una alerta relajada.
Gilgamesh es el guerrero en la tradición de los asirios, antes Mesopotamia. 
Endiku es el alter ego de Gilgamesh. La crisis del guerrero es la desesperación. El antídoto es curarse de la búsqueda de sentido, que a veces es una locura. Aceptar los límites de la búsqueda.
4. EL GUIA: AIRE: ESPIRITUALIDAD
Es el resultado de la armonía que se da entre las otras partes: tierra, agua y fuego= cabeza, corazón y mente.
El espíritu tiene que ver con el aire, la respiración,el trance. El artista y el santo se funden y son capaces de traspasar los límites de su Ego. El elemento aire, la trascendencia, el ir más lejos, más allá de los límites del Ego, no como locura sino como la capacidad de abandonarse a algo más grande, de fundirse con algo más grande.
La patología contraria sería el aislamiento. La persona que tiene claros sus límites y que no quiere salir de ellos.
Es el camino de "en medio" como vía privilegiada. Los budistas y los cristianos lo nombran como el camino de la compasión, del amor, que es lo que más se parece a la vía de la salud, de la trascendencia.
Arquetipos: El guía, el chamán, el maestro, el terapeuta. Es el intermediario entre el mundo humano y el mundo trascendente.
Esta figura es la que evoca e invoca esa parte nuestra sustancial que no se ha opacado, neurotizado. Hay una parte nuestra que sabe, que nos guía. El guía es el que conoce el camino por experiencia, por vivencia, que ha estado enfermo, neurótico, que conoce los infiernos, su neurosis, su enfermedad. Solo el herido cura (Jung). La autoregulación organísmica (Perls). La búsqueda de una religión sin Dios (Tao), donde cupiera la experiencia de la espiritualidad sin la autoridad, sin el dogma.
En nuestra tradición se habla del ángel de la guarda. En las tradiciones chamánicas se toma un tótem o un animal de poder como protector del mundo interno.

La historia de Gilgamesh, de Ulises, de Moisés, de los héroes grecolatinos, etc, son mapas de procesos interiores. Su valor metafórico y simbólico nos da pistas y nos guía por vericuetos internos buscando el amparo de la luz y la culminación creativa.

2 comentarios:

  1. Tierra-Agua-Fuego-Aire... No conocía esta variante de la ruta del héroe, que parece que, en definitiva, siempre es el mismo viaje.

    Me quedo con una idea que aparecía en la fase del navegante: Si uno sabe qué quiere encontrar, no va a comenzar nunca su viaje.

    Y otra más: El viaje se emprende a partir de una motivación neurótica, y será el propio viaje el que sane y transforme este origen neurótico de la partida.

    E incluso otra: Nunca se encuentra aquello que uno había salido a buscar.

    Me apunto esta referencia, Concha, creo que le voy a dar un par de vueltas al Peñarrubia.

    Mila esker

    Edu

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    1. Mila esker a ti por el comentario, Edu.
      La verdad es que este viaje merece la pena hacerlo, aunque seamos sólo protagonistas anónimos.
      Un abrazo

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