jueves, 11 de febrero de 2016

EL UNIVERSALISMO DE LA DIFERENCIA



Decía Hannah Arendt (filósofa política nacida en Alemania y posteriormente nacionalizada en EEUU. 1906-1975) que la política de nuestro tiempo esta comprimida por dos polos: el del estado y sus instituciones centralizadas y el de una sociedad de intereses de mercado. 
La política está aprisionada, no tiene lugar y debemos reconstruirla a partir de un espacio público no estatal y no mercantil.

El catedrático de Filosofía Política Giacomo Marramao (Catanzaro, Italia 1946), en una entrevista reciente publicada en La Vanguardia, hacía una diferencia entre el intelectual y el filósofo, afirmaba que el intelectual es consejero del político mientras que el filósofo analiza críticamente al político y a todo poder. 
Marramao, pionero en el análisis crítico de la globalización, opina que no se puede hablar de una identidad global producida por el capitalismo, sino de una diáspora de las identidades. 
Insiste en que no hay identidades cerradas y homogéneas sino polivalentes, e invita a que cada una de estas diferencias, proponga su idea de lo universal. 
Apuesta por un universalismo de las diferencias que busque la reconstrucción de un espacio público no estatal, "más allá del estado y más allá del mercado" según sus palabras: una nueva Ilustración de las diferencias.

La idea de ciudadanía basada en la identificación del individuo con su nación o su estado (modelo jacobino de ciudadanía), entra muchas veces en contradicción con la idea de pertenencia. Algunas personas se identifican mucho más con su comunidad, con su grupo, que con la idea de estado. Como ejemplo lo que ocurre en EEUU con los afroamericanos, los judíos, los gays, las mujeres, etc. 
Hay en nuestro mundo actual una gran necesidad de buscar una identificación por la diferencia.

El sujeto de todo esto, es, según Marramao el pueblo, no en el sentido místico ni jurídico, sino el pueblo como resultado de la pluralidad de culturas, de personas y de diferencias. La idea de una sociedad civil donde exista un espacio público no estatal: una distinción entre lo público y el estado: un tipo de unión política de los individuos que no esté tutelada por el poder establecido.

Los movimientos alternativos que se están dando al margen institucional son la respuesta (o la pregunta) a la necesidad de un cambio radical en el estilo de vida, en la estructura social, en la organización cultural, en las relaciones y por supuesto en la manera de hacer política.

Concluye Marramao que tenemos que imaginar un ser universal que se constituye a partir del criterio de la diferencia. Que tendemos a pensar que los hombres se relacionan por lo que tienen en común, pero que por el contrario, las relaciones se producen gracias a la singularidad de cada uno.

Urge por tanto, la creación de una comunidad capaz de apreciar las diferencias singulares que están en su interior y esto debe reflejarse en la manera de vivir y de hacer política. 
Es preciso hacer política desde la singularidad, como entidad en sí misma múltiple y plural, capaz de relacionarse con los otros de forma dinámica y conflictiva (en el sentido de diálogo o argumentación para los antiguos griegos), entendiendo por conflictiva no competitiva. 
Una comunidad no identitaria en el sentido estatal sino abierta a una creatividad siempre en proceso y siempre múltiple y singular.

Recuerdan ustedes aquella canción que interpretaba Ana Belén y que decía: 
                   Contamíname, mézclate conmigo...

      

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